Concierto con Montserrat Caballé en festival de Klagenfurt, Austria

«Hace 150 años, el día 4 de octubre de 1855, Saverio Mercadante, uno de los más prestigiosos creadores de la época, firma un contrato con el teatro San Carlos, de Nápoles. En su plenitud musical, con un extenso bagaje de óperas a sus espaldas, iba a recrear el mito del rey astur Don Pelayo, un personaje que inspiraba ternura al compositor italiano y cuya historia había conocido por su estancia profesional en España.

La obra, titulada ‘Pelagio’, se estrenó en el mencionado coliseo napolitano el día 12 de febrero de 1857. Pese a suponer un sonado éxito, después de pisar algunos de los más prestigiosos escenarios de aquellos tiempos, en Bérgamo (1864), se representó por última vez y desapareció el teatro musical europeo para siempre.

Casi un siglo y medio después, el teatro Jovellanos y el director gijonés Mariano Rivas se han propuesto rescatar la vieja partitura, labor nada sencilla, ya que el manuscrito original fue quemado en la II Guerra Mundial. Una ardua y complicada investigación permitió localizar copias, por supuesto también manuscritas, en Nápoles y Lisboa, la primera casi ilegible y, la otra, muy afectada por el polvo y la humedad.

Han sido tres años de trabajo que culminarán el próximo día 9 de setiembre en el coliseo gijonés con una gala de indudable valor musical y sentimental. Don Pelayo será el protagonista, pero no lo será menos su hija, Bianca, papel que será representado por la soprano catalana Montserrat Caballé. Será el acto culminante de la celebración del X aniversario del teatro Jovellanos y formará parte de la programación del XXV aniversario de los Premios Príncipe de Asturias.

Fantasía romántica 

«O, sospirata Gione…, io ti saluto!» (¿Oh, suspirada Gijón, yo te saludo!). Don Pelayo regresaba a la ciudad después de un largo exilio. Había sido desterrado a consecuencia de la dominación musulmana y recordaba, con alegría, sus montes, que tenía casi olvidados. Volvía a sus viejos dominios en la creencia de que su hija, Bianca, había muerto.

Su sorpresa e indignación es mayúscula cuando comprueba que, lejos de morir, su descendiente femenina se ha casado con el rey moro que le ha usurpado el trono, que será representado por el prestigioso tenor malagueño Carlos Álvarez. A partir de ahí, se desarrolla todo el libreto de la obra que Mariano Rivas prefiere, por el momento, no desvelar, aunque reconoce que «se trata de hechos históricos, tratados de forma un tanto ficticia y que el autor cuenta con la fantasía propia de la época, del tono estético del romanticismo».

¿Cómo surgió todo este proyecto? Mariano Rivas confesaba a este periódico que fue casi por una casualidad. Fue Jaume Tribó, ‘maestro suggeritore’ del Gran Teatro del Liceu de Barcelona y hombre de reconocido prestigio en la escena mundial, quien mostró a Mariano Rivas, por entonces director asistente musical del citado coliseo catalán, la partitura de canto y piano de ‘Pelagio’. «Casi me puse a llorar -confesó el director gijonés-. No podía creer lo que estaba viendo y leyendo: ‘Pelagio, tragedia lirica in quattro atti. Poesia di M. D’Arienzo. Música del Cavalier Saverio Mercadante, etcétera. L’azione è in Gione nelle Asturie!!!’. Naturalmente, lo primero que hice fue estudiarla como un loco. Analicé las tesituras, el coro, la armonía, el canto… y, a continuación, tuve un primer pensamiento: tiene que representarse en Asturias y con una voz belcantista importante, como la de Montserrat Caballé».

Sin documento sonoro

De todo ello, han transcurrido casi tres años. El director gijonés se puso en contacto con los responsables del teatro Jovellanos, Iván Álvarez Raja y Carmen Veiga, que lo animaron a seguir adelante. Montserrat Caballé actuaba en Viena, ciudad donde reside Mariano Rivas. Era el momento de hablar con ella, de proponerle el proyecto. El músico gijonés conocía a la diva catalana tras haber trabajado con ella en una producción en Barcelona. «Le mostré la partitura de canto y piano -señaló Rivas- y, al cabo de unas semanas, me contestó que estaba encantada de que hubiera pensado en ella y de que volviéramos a trabajar juntos. Había cumplido parte de mi sueño que, luego, se complementó con la colaboración de Carlos Álvarez y del barítono gijonés Alejandro Roy».»